viernes, 24 de abril de 2020

ANTOLOGÍA DE UN AMOR LEJANO

    Como una ráfaga de viento, llegó, entró sin preguntar, sus pasos desaforados, como si quisiera huir de algo, no lo dejaron cuidar las huellas que dejó marcadas... eran muchas, demasiadas, se podría decir que sus huellas quedaron impresas en cada lugar que recorrió en su vertiginoso paso por aquel espacio que aún conservaba su pureza natural, que no conocía las verdaderas caricias que se podían plasmar en el alma y que se quedarían allí hacinadas para toda la vida. Nunca supo cómo pasó, sólo quedó convencida de que jamás se podría librar de ellas. 

    ¿Quién era aquel ser que había llegado a su vida, se había apoderado de sus latidos, de su alma, pero aún no tenía el privilegio de conocer? No lo sabía, de él lo entendía todo pero al mismo tiempo no conocía nada. 


  Cada día que transcurría, su instinto natural le manifestaba un nuevo presagio, era como si su pecho tuviera vida propia y reaccionara ante la presencia de algún evento inesperado... el corazón le hablaba, le expresaba sus inquietudes, le indicaba todo cuanto no le hacía sentir bien. Parecía gritarle su descontento, sus dudas, sus pesares y su desconfianza. Después de una lucha nocturna entre la razón y la pasión, aquella mañana amaneció con sus pensamientos abiertos al sol, necesitaba que la naturaleza la bañara con su pureza, que los latidos de su corazón brotaran de su pecho e irradiaran cada espacio con su brillo... era la expresión de un amor que permanecía guardado deseando el momento justo para salir y gritarle al mundo que a pesar de las barreras y la distancia, él seguía vivo, tanto o más que el primer día.

     Sus amaneceres siempre iniciaban con él, aún sin estar, ella se llenaba de sus caricias, de sus besos, todos sus pensamientos se impregnaban de aquella deliciosa aventura, pero los días pasaban  lentamente, en silencio, con un aire a lejanía que azotaba con fuerza su rostro, con un dejo de ausencia que confundía al taciturno corazón, y así, como una ráfaga inesperada, en un momento cualquiera del día, un te amo intenso apaciguaba toda aquella incertidumbre dejando hinchado de placer a aquel corazón que en silencio, había aprendido a esperar por su llegada.

Autora: Ana Rivero F. (Venezuela)



No hay comentarios:

Publicar un comentario